Lecciones y esperanzas

El país ha sido sacudido por tres eventos coetáneos en los últimos años: protestas, pandemia y recesión económica sin precedentes.

La primera fue caracterizada como un “estallido social” y se manifestó por largas semanas por protestas variadas y hechos de violencia inusitados.

La segunda se desató con fuerza en marzo de 2020: la pandemia Covid-19 que ha costado a las familias más de 32.000 muertos y más de un millón y medio de contagios.

La tercera hizo caer el Producto Interno Bruto de manera muy pronunciada; como que tendrá que pasar todo el 2021 para siquiera restablecer el nivel del PIB de fines de 2020. Lo más probable es que esto último ocurra, ya que la recuperación de estos seis meses indica una reactivación de alrededor de un 6,5% anual. Pero ello no garantiza que el millón de empleos perdidos se recupere a fin de año.

En muchas otras latitudes del globo la coexistencia de estos tres macrofenómenos hubiese producido cambios o caídas de gobiernos. Pero en Chile la evolución ha caminado por otro lado, privilegiando un cambio dentro de las leyes y con respeto debido a los valores de la democracia.

En primer lugar, la nación logró capitalizar, para paliar los déficits sociales urgentes, los ahorros fiscales que sucesiva y acumulativamente un sexteto de gobiernos -entre 1990 y 2018- lograron realizar, para que en emergencias tan gravitantes, como la de 2019-2021, el sector público pudiese financiar políticas de apoyo a millones de ciudadanos y miles de empresas golpeadas por pandemia y recesión.

Y en el plano político, el país dispuso de una herramienta democrática eficaz, la que -si se ejecuta con respeto, con racionalidad y en paz- puede lograr encauzar buena parte del malestar social de manera civilizada. Me refiero a la convocatoria hecha por el gobierno, partidos políticos y los firmantes del acuerdo de noviembre de 2019 que llevó al plebiscito para redactar una nueva Carta Magna. Luego, el proceso eleccionario de mayo -hecho en paz y limpieza electoral- eligió a 155 constituyentes que están listos para ejercer la majestad de sus atribuciones a partir del 4 de julio.

El proceso político-eleccionario del 2021 ha sido de intensidad particular y con especial significancia a largo plazo. Es así como se sumó a lo anterior una disputada segunda vuelta eleccionaria en 13 regiones del país para elegir-en definitiva- a los nuevos gobernadores.

Como observo, Chile ha sabido echar mano a sus arraigadas tradiciones republicanas para enfrentar -en un lapso histórico breve- una crisis sanitaria, económica y social de grandes proporciones. La historia y la memoria del respeto a las instituciones fundacionales, por parte de la inmensa mayoría de los ciudadanos que habitan una tierra larga, variada -de fin del mundo-, nos ha dado una clave para caminar hacia los cambios que vienen, bajo el espíritu democrático que la ciudadanía amerita y que ama.

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