Centro de Estudios se reúne para analizar contingencia nacional
Un análisis al proceso que vive nuestro país fue el que realizaron integrantes del Centro de Estudios Democracia y Progreso quienes, reunidos en el Conversatorio Sobre Diagnóstico del Conflicto Social, abordaron distintos tópicos alrededor de este fenómeno, entre ellos la violencia, el manejo político, modelo económico, entre otros. El siguiente es un resumen de los principales temas abordados en el encuentro. 

La violencia: una realidad nueva y preocupante

La violencia, el vandalismo y el saqueo es una realidad que está siendo normalizada y no nos puede dejar ajenos. Creemos que es un fenómeno preocupante que es necesario identificar y separar del movimiento que demanda cambios sociales. La violencia es generada por grupos organizados y justificada o avalada implícitamente por la izquierda más extrema y fanatizada (Partido Comunista y Frente Amplio junto a una parte del Partido Socialista). Esta debe ser claramente rechazada por los movimientos democráticos.

De acuerdo a lo observado, se evidencia la presencia de grupos que están fuera del sistema (anarquistas y otros), su coordinación y el objetivo seleccionado señalan una clara intención de infligir el mayor daño al funcionamiento del país y de provocar el caos. Si bien la elite no advirtió las señales respecto al volumen y profundidad de las demandas ciudadanas, si las había sobre los grupos antisistema. Los casos de “overoles blancos”, la quema de establecimientos educacionales, el caso del Instituto Nacional y Barros Arana, la presencia de grupos encapuchados pequeños que al terminar cualquier manifestación irrumpían con grave daño a la propiedad pública y privada. Ello hace aún más sorprendente la incapacidad de inteligencia del Estado – particularmente aquella dependiente del Ministerio del Interior, la ANI – en identificar a los participantes de estos grupos, más aún cuando se han levantado hipótesis de apoyo mutuo con organizaciones de narcos. Es necesario fortalecer al estado para que tenga una respuesta efectiva frente a estos grupos.

La desconexión de la elite: los temas no se resuelven

La excesiva ideologización de la discusión política, la incapacidad de llegar a acuerdos de los partidos políticos, han llevado el clima político a un nivel de crispación sin precedentes, incentivando una desconexión profunda con las demandas de la población y con la realidad nacional.

Unos de los resultados de esta situación ha sido la permanencia en el tiempo de conflictos que afectan el diario vivir de la población, en especial de la clase media, aumentando la brecha entre la clase política y la realidad. En esa línea se puede señalar, por ejemplo, el área de la salud, que ha incrementado en 1,8 veces su presupuesto entre 2014 y 2018, y la lista de espera de atención a pacientes, aumenta de 1,5 millones a 1,8 millones, mientras para quienes compran un seguro de salud, todos los años deben ir a la Corte por el reajuste ilegal que les aplican las aseguradoras. La desconexión se traduce en temas que no se resuelven. La educación muestra también signos de captura por grupos de interés. Sólo basta mencionar el subsidio a la educación superior abandonando a los menores.

Errores en el diseño y gestión monofocal de empresas

Hemos constatado, además, que son demasiados los mercados que funcionan de manera muy imperfecta y sin las regulaciones adecuadas, dónde los abusos se repiten sin ser corregidos ni castigados. La falta de regulación, la fiscalización débil, las multas irrisorias (estas últimas de responsabilidad de la clase política), instalan la percepción de indefensión frente a grandes empresas que no tienen ni control ni contrapeso. Mucho de los abusos que se perciben hoy tienen su origen en una amplia falla de mercado.
Por otro lado, el estilo de gestión de las empresas y de ejecutivos en persecución del “bono”; con una administración centrada en objetivos de corto plazo y maximizando retornos inmediatos. Esta gestión de empresas no ha sido permeada por los valores de responsabilidad social, sostenibilidad en el tiempo, sustentabilidad ambiental, ni sentido de comunidad. La consecuencia de aquello es el empleo de prácticas abusivas y la desvalorización del sistema. En Chile desafortunadamente tenemos demasiados ejemplos.

La ilusión “Piñerista”: unidad y crecimiento

El Presidente Piñera asumió con un discurso centrado en unidad y crecimiento. Pero, en realidad en términos políticos, nunca se planteó un gobierno de diálogo y de unidad, y por otro lado el crecimiento duró los primeros 9 meses en torno a 4% anual y posteriormente se ha ralentizado.

El país durante los últimos 10 años ha crecido a tasas decrecientes y en los últimos 4 o 5 a una tasa promedio muy reducida bajo 2% anual, que es menos de la mitad de la tasa de crecimiento promedio histórica de largo plazo, y muy inferior a las tasas logradas en las décadas de los ´90 y 2000. A este ritmo de expansión no es posible logran cumplir con las expectativas de la población. Ello sin duda provocó una brecha de expectativas que lleva a la frustración e impaciencia.